DEBATE DE LA ESCUELA UNA EN LA EOL


Publicar como primer texto para el Debate que se inicia en la EOL a nuestro colega Leonardo Gorostiza, en tanto Presidente de la AMP-América y futuro Presidente de la AMP, es propicio para el inicio a las contribuciones que comienzan a llegar.

Su texto, presentado en Paris el 1° de febrero en el Debate de las Escuelas Americanas y en el conjunto de contribuciones de otros colegas, abre una perspectiva posible en el debate de la EOL: la de sostener el binario mediación-extimidad, explotando de la buena manera la “antipatía”, o la brecha entre ambas.

Leonardo nos introduce así a pensar el buen uso que podemos hacer de la Escuela Una en su articulación con la AMP, desde de su enunciación: “la mediación permite un calce posible allí donde no hay sino un fundamento de abismo”.

Su texto ha sido publicado en el JJ N° 95.

Dudy Bleger
8 de marzo de 2010




Mediación y Extimidad
Leonardo Gorostiza

¿Cómo caracterizar lo que sería el “buen uso” de la Escuela Una, es decir, cómo caracterizar aquello de lo que trata este debate crucial?[1]

Para intentar avanzar en ese sentido, abordaré esta pregunta desde un ángulo preciso. El ángulo de las diferencias y de las articulaciones posibles que hay entre dos funciones que en nuestra conversación pienso que a veces tienden a confundirse. Me refiero a esas dos funciones inherentes a nuestro lazo en la AMP y en la Escuela Una: la mediación y la extimidad.

Establecer con mayor claridad las diferencias que hay entre ambas es lo que creo nos permitiría elucidar con mayor precisión cuáles son entonces las articulaciones posibles. De ello tal vez puedan luego deducirse algunas primeras consecuencias prácticas para el buen uso de la Escuela Una.

Mediación y extimidad no se confunden. Sin embargo, en cierto sentido, se podría decir que la extimidad acompaña –o debería siempre acompañar- a la mediación como si fuera su sombra. Porque allí donde la mediación permite establecer una articulación posible, es decir, una relación donde antes no la había, luego la extimidad vendrá a indicar, a recordar, una y otra vez, el fundamento de abismo sobre el cual esa relación, hecha necesariamente de semblantes, se funda.

Dicho de otro modo, la mediación hace existir una identidad, una comunidad posible, allí donde, en el fondo, no la hay. Apunta a lo Uno ante la resistencia de lo particular de lo Múltiple. Tal como señalaba Miquel Bassols, “…cuanto más difícil es sostener y hacer algo con la no relación, más mediación hace falta.”[2] Basta como ejemplo lo que a su vez decía Vicente Palomera al destacar “… el lugar de mediación que el Campo freudiano, la AMP y la FEEP han tenido y siguen teniendo en las fuerzas centrífugas de la ELP.”

Pero la mediación, sin su compañera extimidad, siempre correría el riesgo –es mi hipótesis- de ser confundida o de deslizarse hacia el ímpetu unificador de lo Uniano. De allí, la reivindicación de las autonomías particulares de lo Múltiple.

Que la mediación deba siempre ser, de algún modo, acompañada por la extimidad es lo que muestra muy bien lo ocurrido en el año 2000 en Buenos Aires. Hace poco, en su respuesta a la carta de Flory Kruger, Jacques-Alain Miller lo recordaba. “En el 2000 era urgente dar a la AMP –subrayo- su identidad propia después de veinte años de Encuentros Internacionales.”[3] Tenemos aquí claramente indicada la función de mediación que permitió ir fundando Escuelas a partir de lo Múltiple de los grupos y luego la AMP misma a partir de lo múltiple de las Escuelas. Era necesario producir esa “identidad” que implica reconocerse miembro de una -en sentido estricto- “comunidad”.

Pero ocurre que en ese mismo momento, en el año 2000 en Buenos Aires, al mismo tiempo que se producía y tomaba consistencia esa “identidad” de la AMP, aprobábamos la Declaración de la Escuela Una. Una Escuela cuya unidad, como sabemos, no implica centralización sino que corresponde a la unidad de la serie. Es decir, a la unidad de lo Unario y no de lo Uniano.

Entonces, creo que se puede afirmar que así como el Campo freudiano primero y luego la AMP, han hecho y hacen fundamentalmente uso de la función de mediación, la Escuela Una –la Escuela del pase, la que deslocaliza, la que reintroduce siempre las diferencias creativas y cuyo Uno es el de la orientación- para cumplir con su eminente función que es la de realizar “el sueño de una Escuela conforme al discurso analítico”[4] debe de manera sostenida hacer uso de la función de extimidad. Porque la Escuela Una debe siempre apuntar, como el deseo del psicoanalista, a obtener la diferencia absoluta, es decir, singular.

Jamás olvidaré cómo, en una oportunidad, pude constatar en acto la función de extimidad y su efecto desmasificante. Fue en el interior del trabajo de un Cartel del Pase de la EOL. Luego de las argumentaciones que los miembros del cartel desplegamos ante el éxtimo, bastó que éste indicara algo que no había sido interrogado a los pasadores con la profundidad que merecía el testimonio, para que el cartel –como sujeto- produjera el significante amo que había hecho del cartel un grupo “masa” deteniéndolo en su función. Los miembros del cartel nos habíamos detenido en aquél momento unificados bajo el significante “pudor”. La consecuencia no fue menor ya que el efecto de desidentificación, de desmasificación, permitió al cartel avanzar más allá y concluir en una nominación de AE.

Creo que este ejemplo muestra con claridad que la función de extimidad es congruente con el discurso analítico. Y es por ello que creo podemos afirmar que la política de la enunciación -que en tanto tal es desmasificante, ya que es propio de la enunciación el ser singular-, la política de la enunciación es la política de la Escuela Una y se sostiene en la función de extimidad.

Llegados a este punto, y a riesgo de cierta simplificación que implica situar la función de mediación del lado de la AMP y la extimidad del lado de la Escuela Una, ¿habría que concluir que para que el discurso analítico predomine la AMP debería transformarse en la Escuela Una? Esta es al menos la hipótesis de Giorgia Tiscini: que la AMP devenga EMP (Escuela Mundial de Psicoanálisis).[5]

Mi opinión es que no. Por el contrario, pienso que es fundamental preservar esa tensión que hoy intento situar entre la mediación y la extimidad.

Así como Lacan al hacer en 1978 el balance del Departamento de Psicoanálisis en Vincennes señalaba que el discurso analítico excluye la dominación, que la antipatía entre el discurso analítico y el universitario jamás será superada pero que de lo que se trata es de “explotar” dicha antipatía, me atrevería decir que también se trata de explotar de la buena manera la “antipatía” o la brecha que pueda haber entre la mediación y la extimidad, entre la AMP y la escuela Una.

Recientemente, volviendo a leer una conferencia de Jacques-Alain Miller pronunciada hace tiempo en Buenos Aires y titulada “Hacia una clínica cínica”[6], me encontré con el término “mediación”. Allí, Jacques-Alain señala que el pase mismo se dirige a ese punto del saldo cínico del análisis donde precisamente no hay mediación alguna. “Es la verificación –dice- de que no existe allí mediación…” y que hay ausencia de mediación de entrada en la división subjetiva misma. Hay división y, por lo tanto, no obstante las leyes de la palabra –de los semblantes, podemos decir- no hay mediación.

Es entonces en este sentido que pienso que sostener el binario “mediación - extimidad” puede ser una de las vías para hacer un buen uso de la Escuela Una.

Parafraseando una fórmula a la que recurrimos con frecuencia: se trataría, con la extimidad, de prescindir de la mediación -no creer en ella- pero, como con todo semblante, a condición servirse de ella llegada la ocasión.

Resumiendo este binario podríamos decir que la mediación articula allí donde hay ausencia de articulación, como el falo o como el nombre del padre, hace posible una relación allí donde no la hay, al tiempo que indica la ausencia de relación. Si me permiten la expresión: la mediación permite un “calce” posible, una común medida, allí donde no hay sino un fundamento de abismo.

Mientras que la extimidad, desidentifica, singulariza, e introduce así la ausencia de una común medida. En términos recordados por Miquel Bassols: hace saber que se trata de la paradoja de la Escuela Una como la “comunidad de los que no hacen comunidad”.[7]

Dije al comienzo que de todo esto tal vez podrían deducirse algunas consecuencias prácticas para el buen uso de la Escuela Una. ¿Cuáles?

Planteo sólo las primeras que se deducen claramente de lo que antes intenté argumentar. Los Carteles del pase, según una reciente propuesta de Graciela Brodsky, podrían pasar a ser Cartelas del Pase de la Escuela Una, pero… a condición de que sigan siendo Carteles del Pase de cada Escuela.

Es como con los AE, que son de la Escuela Una pero no por ello lo son menos de cada Escuela de la AMP. Como ven, pienso que es importante mantener esa tensión, no anularla, porque es a partir de ella y con ella que debemos saber arreglárnosla.

Dicho de otro modo, pienso que para un buen uso de la Escuela Una se tratará siempre de no eludir, en cada decisión que tomemos, la responsabilidad de cuidar que no se suture esa barra que es la división misma del sujeto, allí donde no hay mediación que no sea del semblante.

Los AE y los Carteles del Pase tienen entonces sobre sus hombros, una misión fundamental, y siempre renovada, la de recordar a todos y a cada uno de los miembros de la AMP y de la Escuela Una que esa “barra oblicua de noble bastardía”[8] es ineliminable y que en ella reside tanto la debilidad como la enorme potencia del discurso analítico.

Tal vez resida allí también la fuerza de esa suerte de súper-Escuela que Jacques-Alain Miller imaginaba como futuro de la AMP hace dieciséis años atrás.[9]



Buenos Aires, 23 de enero de 2010.





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[1]Miller, Jacques-Alain, “L’École Une en débat”, JJ 75, pág.7.
[2] Bassols, Miquel, “De cerca y de lejos”, en JJ 76, 23 de diciembre 2009.
[3] Miller, Jacques-Alain, en JJ68, 8 de diciembre 2009.
[4] Miller, Jacques-Alain, “Informe del Delegado General”, Buenos Aires, año 2000.
[5] Tiscini, Giorgia, “L’École Une existe-t-elle vraiment?”, JJ76, 23 de diciembre 2009.
[6] Miller, Jacques-Alain, “Hacia una clínica cínica”, (24 de julio de 1984), en Conferencias porteñas, Tomo 1, Paidós, Argentina, 2009, págs. 160 y 161.
[7] Bassols, Miquel, “Más de cerca y más de lejos”, JJ84, 14 de enero 2010.
[8] Lacan, Jacques, “La dirección de la cura y los principios de su poder”, Escritos 2, siglo veintiuno editores, Argentina, 1987, pág. 614.
[9] Miller, Jacques-Alain, “Avant-propos”, 31 de mayo de 1994, en Annuaire de la AMP, 1995.



Publicar para el Debate que se inicia en la EOL -y para el cual ya comenzamos a recibir contribuciones- un texto de nuestra colega Flory Kruger, miembro del Consejo de la AMP y miembro del Consejo de la EOL, presentado en el debate americano en Paris el 1° de Febrero, permite explorar a la Escuela Una en su dimensión –por definición- de experiencia.

Flory presenta entonces su texto desde su personal experiencia de la Escuela Una en la EOL, la ubica en el orden de los efectos, y se pregunta si este no será el momento de hacer girar esos efectos y ubicarlos como causa de un trabajo en la homeostasis de las diferentes Escuelas.
Su texto fue publicado en el JJ N° 94.


Dudy Bleger
10 de marzo de 2010


Actualidad de la Escuela Una en la EOL
Flory Kruger


En mi presentación de hoy no me voy a referir a planteos generales de lo que es la Escuela Una, ya que de una u otra forma, todos los conocen y si los años nos han puesto a cierta distancia de su fundación, el hecho de que el tema haya aparecido en la discusión de los Journal des Journées, nos hizo recurrir nuevamente a los primeros documentos que hablaban de ella. Lo que demuestra, de entrada, que no se trata de un nombre fácil de definir ni de entender y mucho menos de reconocer su presencia.

Les voy a contar entonces, cual fue mi experiencia en la EOL respecto de la Escuela Una.

Les diría que fue interesante porque a partir del planteo que nos propuso Eric para hablar esta noche con ustedes, retomando el Journal des Journées Nº 75, donde J. A. Miller hace una serie de preguntas referidas a la articulación entre la Escuela Una y las 7 escuelas existentes, me acerqué a varios colegas que han ocupado lugares de gestión y de conducción en la EOL a preguntarles qué es para ellos la Escuela Una.

La primera reacción fue de cierta perplejidad y dubitativamente cada uno comenzó a esbozar alguna respuesta un tanto vaga, poco clara, ambigua, de lo cual se podría deducir que en términos generales en nuestra comunidad no es evidente que se pueda decir lo que es la Escuela Una.

Algunas respuestas fueron: “Es un significante producto de la crisis del 98”, “es la Escuela del Pase”, “Es la Escuela que ocupa el lugar del Otro respecto del conjunto de las Escuelas de la AMP”, “es una Escuela virtual de la cual guardo una llave de recuerdo”.

Estas respuestas nos permiten sacar una primera conclusión: por un lado, es una Escuela que surge como efecto y no como causa, por otro lado, desde mi punto de vista, para la comunidad de la EOL, la Escuela Una, no así la AMP, tiene un alto grado de indeterminación y de desconocimiento.

¿Por qué digo que la AMP no? porque cuando se trata de los Encuentros Internacionales, o bien de los Congresos que se realizan cada 2 años donde se reúnen los miembros de las 7 Escuelas para escuchar por ejemplo, las mesas de los AE, sus testimonios, para discutir la clínica compartida, o bien, los momentos más epistémicos de la Orientación Lacaniana, todo esto se reconoce como el lugar creado por la AMP.

Para la EOL como para todas las Escuelas, la AMP no es una abstracción, tiene funciones encarnadas en personas, tiene un presidente con el cual las instancias de cada Escuela y sus miembros sostienen una interlocución permanente, tiene el pago de una cuota, tiene por lo tanto, una presencia efectiva y real.

Cuando un miembro de la EOL se presenta en público, fuera de la EOL, lo hace como miembro de la EOL y de la AMP, no lo hace como miembro de la Escuela Una, lo cual nos hace pensar que se trata, en primer lugar, de un significante que solo podemos compartir en el interior mismo de nuestras Escuelas, es entre nosotros, miembros de la AMP, donde podemos usarlo.

En el proyecto de declaración de la Escuela Una dice “Esta Escuela es una experiencia” entonces no es una institución, es una experiencia que recoge la experiencia subjetiva de todas las Escuelas.

Si la experiencia subjetiva de todas las Escuelas se comparte en el seno de la AMP, la AMP es el lugar que causa la Escuela Una como efecto, la comunidad de experiencia y de trabajo que de esos encuentros se va construyendo, constituyen la Escuela Una.

Decimos entonces que la Escuela Una es un efecto que deviene de un modo compartido de pensar el psicoanálisis, de pensar la clínica, de compartir la Orientación Lacaniana.

Esto no se produjo de una vez y para siempre, es algo que se fue construyendo a través de los años. Lentamente y a medida que se fueron creando las Escuelas que hoy pertenecen a la AMP, se fue produciendo lo que podríamos llamar una relación de confianza-transferencia de los miembros de una Escuela respecto de las otras.

Un ejemplo claro de dicha comunidad compartida que habla de la Escuela Una es el desplazamiento libidinal que se produce cuando un pasante elige otra Escuela que la propia para hacer el pase, o bien, la aceptación del lugar del éxtimo en los carteles del pase

Entonces vemos que la Escuela Una sería impensable sin su causa que es la AMP con sus 7 Escuelas, pero también sin este desplazamiento libidinal sostenido en la transferencia, que nos permite salir de lo propio para ir a lo otro.

La Escuela Una en un primer momento, fue un efecto de hecho, sin demasiado registro de su existencia, en un segundo momento, el significante Escuela Una vino a nombrar estos efectos, podríamos preguntarnos si el tercer momento, a partir de ahora, sería el de hacer girar esos efectos y ubicarlos como causa de un trabajo en la homeostasis de las diferentes Escuelas.

A partir de este punto nos preguntamos ¿en qué consiste la autonomía de las Escuelas?

Es evidente que el “sí mismo” de cada Escuela es diferente, por lo tanto es esperable que haya distintas formas de consistencias y resistencias a “lo otro” de cada una de las Escuelas.

No es lo mismo una Escuela que fue creada antes de la AMP, que ya tenía su propia trayectoria, que una Escuela creada a partir de la AMP. Es lo que nos permite detectar ciertas particularidades en la identidad de cada Escuela.

Algunas Escuelas como la EOL, tienen el rasgo de estar muy implicadas en el pase. Esto provoca distintos efectos, por ejemplo, toda política que no pase por el pase encontrara cierta lentitud en su realización.

Fue lo que ocurrió con el psicoanálisis aplicado y mas veladamente es lo que ocurre ahora con el “todos analizantes”, hay un cierto interrogante respecto de ¿cuál sería hoy la particularidad del testimonio de un AE, diferente al de un analizante?

En este sentido, nos preguntamos si una mayor presencia de los efectos de la Escuela Una en cada Escuela podría incidir sobre estas cuestiones. Si así fuera ¿cómo hacerlo?

Una primera respuesta podría ser una publicación que refleje lo que llamamos la experiencia de la Escuela Una.

Inmediatamente pensé en la publicación de los Congresos, el Scílicet, que aparece como la publicación del Congreso de la AMP, sin embargo en la contratapa figura el Comité de acción “de la Escuela Una”, es la primera vez que advierto que algo publicado figura como “de la Escuela Una”.

Una segunda propuesta podría ser la constitución de “carteles de la Escuela Una”, internacionales, de 2 años de duración, coincidiendo con el tiempo de los Congresos de la AMP, que acompañen el trabajo del Comité de acción, trasmitiendo su estado de trabajo en cada una de sus Escuelas y su producto final en uno de los días del Congreso.

De todos modos antes que nada habría que preguntarse si no es suficiente lo que ya existe, es la pregunta que dejo formulada hoy, teniendo presente que será nuestra discusión en la próxima Asamblea General del 30 de abril.

1° de febrero de 2010.-





Publicar como tercer texto para el Debate en la EOL a nuestra colega Mónica Torres, miembro del Consejo de la AMP, permite consistir como serie estos tres trabajos presentados en el debate americano en Paris el 1° de febrero por colegas de la EOL y a partir de acá abrir el Debate con las contribuciones que llegaron y que irán llegando.

Mónica sitúa en la relación entre las Escuelas y la Escuela Una (suscribiendo la alocución de J.A. Miller del 22 de enero de 2000) la contradicción entre lo Uno y lo Múltiple que “se resolverá, cada vez, en una solución singular y política, a inventar por cada Escuela”. Ubicando fundamentalmente en el Pase la presencia de lo Uno “que representa lo éxtimo que legitima lo Múltiple”, se pregunta si estamos demasiado callados en Buenos Aires. Si bien ubica el momento de concluir en abril en Paris, su pregunta es propicia para abrir la partida.

Su texto fue publicado en el JJ N° 95.


Dudy Bleger
12 de Marzo de 2010



La escuela Una y las escuelas americanas
Mónica Torres


Evidentemente, todas las Escuelas se han constituido bajo la conducción de J. A. Miller. Sin embargo, es absolutamente necesario que las Escuelas conserven cierta autonomía, porque existen importantes diferencias culturales, políticas y sociales.

Debemos, entonces, buscar una “dialéctica” equilibrada teniendo en cuenta diferencias muy evidentes.

Para las autoridades de cada Escuela es, a veces, complicado encontrar el equilibrio entre la conducción centralizada y la necesidad de una autoridad propia en relación a los problemas locales.

Formé parte del Consejo de la EOL dos veces, en dos momentos muy diferentes. Y las dos veces pude constatar la dificultad de conservar la autoridad frente a los miembros de la EOL y al mismo tiempo transmitir la orientación de la Escuela Una.

Quisiera plantear el ejemplo de una situación que yo misma he vivido.

En la ocasión de mi visita a la ciudad de Medellín, en Colombia (NEL) en junio del 2009, me encontré frente a un público y heterogéneo.

El tema de las jornadas en “Género y sexuación” feministas, militantes, religiosas, etc., estaban presentes. Y, entre los documentos expuestos, se presentó un film titulado “Mujeres en guerra” en el que daban testimonios mujeres que habían formado parte de la guerrilla y esposas o compañeras de los paramilitares. Y contaban su odisea.

¡Y yo, tenía que hablar de las fórmulas de la sexuación! ¡Delante de semejante público!

Con una realidad tan diferente de la que conocemos en Buenos Aires y ciertamente aún más diferente de la de París.

Aquí se ponía en juego el saber hacer entre lo Uno y lo Múltiple que la Escuela Una siempre ha señalado como una contradicción necesaria.

Voy a referirme a la alocución del entonces Delegado General de la AMP, J. A. Miller, el 22 de enero de 2000.

De lo mucho que allí dice, y a lo que sigo suscribiendo, recortaré un párrafo:

“…las Escuelas Nacionales y unilingües están hechas para durar; una escuela transnacional no podría reemplazarlas, ni absorberlas (…) al mismo tiempo, concebidas como emanando de una sola y única comunidad Internacional reunida en una, Escuela Una, las Escuelas (…) no podrán ser percibidas como las Secciones de esta Escuela Una. Encontramos aquí los términos renovados de esta noble y vieja contradicción de lo Uno y de lo Múltiple cuyos efectos en el seno de cada Escuela conocemos de memoria…”

La fuerza del Uno, que existe, que vivimos en el seno de la AMP, que se ha hecho más consistente desde la creación de la Escuela Una en Buenos Aires, esa fuerza no amenaza a las Escuelas, si estas pueden acoger lo Uno, conservando lo Múltiple.

El rasgo propio de cada Escuela en la coyuntura de su lengua, la política necesaria para cada país, incluso para cada región, debe ser asumido y sustentado por los miembros de cada Escuela.

En primer lugar sus autoridades, siempre un poco cuestionadas…por esta misma difícil y a la vez necesaria contradicción.

El ejemplo que di de mi viaje a Medellín, también muestra lo Uno y lo Múltiple dentro de la AMP América misma.

La realidad de Medellín, a la que adapté la orientación lacaniana del mejor modo posible, no se parece en nada a la de Buenos Aires. Como tampoco a París.

Lo Uno reúne y conserva en su seno, la contradicción de lo Múltiple que la vieja dialéctica hegeliana no va a resolver.

No soy partidaria de imitar soluciones que son válidas para otros contextos.

Al contrario, cada Escuela tiene que encontrar su modo de inventar cómo el principio orientador de la Escuela Una se encuentra con su situación propia.

Se sigue así la Orientación Lacaniana, pero de un modo tal que sea tomado por lo Múltiple en su singularidad.

De manera que la comunidad de cada Escuela se sienta a la vez reconocida en lo Uno y en lo Múltiple. Y en lo singular de cada uno.

Cito a Heráclito: “Así se debe seguir lo que es común, logos, sin embargo los hombres viven como si cada uno tuviese su propio logos”.

He aquí con lo que vivimos, tarea difícil si las hay, y a la que hemos dedicado una vez más, la reunión del Consejo de la AMP en este fin de semana.

Es una contradicción con la que seguiremos conviviendo, que no se resolverá, sino cada vez, en una solución singular y política.

Creo que es fundamentalmente en el Pase que la presencia de lo Uno es más clara y manifiesta.

Es fundamentalmente por el Pase que adherí desde un principio al deseo de Miller de fundar una Escuela en Buenos Aires, ése sigue siendo mi deseo.

Lo Uno representa lo éxtimo que legitima lo Múltiple. La presencia de Eric Laurent en el Cartel del Pase de la EOL, así lo demuestra. Como las nominaciones de Mauricio Tarrab y de Gustavo Stiglitz, Angelina Harari, un AE brasilero, lo demuestra también.

Escucharemos sus testimonios en abril, en París.

¿Estamos demasiado callados en Buenos Aires? Ya lo expliqué en otra ocasión. Instante de ver, tiempo de comprender, llegará el momento de concluir cuando la EOL haga propio, a su manera singular, el Acontecimiento París.

La extimidad garantiza la singularidad inextirpable.

15 de enero de 2010
ÚLTIMAS NOVEDADES 2009





Para una izquierda lacaniana...
Intervenciones y textos
Jorge Alemán

Incluye: Presentación, de A. Glaze Una izquierda lacaniana... Derivas sobre la inserción-desinserción La metamorfosis de la ciencia en técnica: el discurso capitalista El legado de Freud Lógica lacaniana: un caso de la escritura psicoanalítica Tesis sobre la institución: la confusión sobre el cero Debate Ernesto Laclau/ Jorge Alemán: ¿Por qué los significantes vacíos son importantes para la política?

En primera persona, así definiría a este libro, y así comienza. Un recorrido sobre las reflexiones en torno a psicoanálisis y política que Jorge Alemán nunca abandona.
Es así que términos que siempre escuchamos, sin un contexto definido, son clarificados en el marco de una posición ética respecto al psicoanálisis, y lo que con el concepto de izquierda lacaniana intenta transmitir. Dos términos que parecen no confluir, la izquierda y la orientación lacaniana, hacen que este no sea un libro sobre psicoanálisis, ni un libro sobre política, sino sobre política del psicoanálisis, sobre la dimensión política y ética que el discurso del psicoanálisis tiene en la época que nos toca vivir, donde conceptos como neoliberalismo, dominación, hegemonía, capitalismo, izquierda, ideología, utopía, acontecimiento, contingencia, técnica, mercancía y revolución, son revisitados para clarificar y orientar lo que el psicoanálisis puede decir y el lugar que debería ocupar en esa praxis.
¿Qué es ser de izquierda? En las páginas de este libro se encontrará una respuesta que lejos de ser cerrada y acabada, y que daría un ser al sujeto de izquierda, lo ubica en relación a algo ineludible que tiene que ver con la propia constitución subjetiva. Se trata en definitiva de una operatividad del psicoanálisis, basada en una política y una ética a contrapelo de los discursos de la época.


De la Presentación de Alejandra Glaze